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Anoche estuviste en mis sueños,
y rondaste mis pensamientos
entre los segundos de mi breve luna azul;
no sonreías, tan solo me mirabas,
y con los ojos me decías cuanto
deseaba tu alma, estar junto a mi;
el cielo estaba lleno de estrellas,
y tomé algunas entre mis manos
para iluminar tu rostro,
mas aún no lo pude distinguir;
quise pedirte que no te fueras,
ahogué una palabra de súplica
para que no me dejaras;
pero en mi silencio,
te deje partir hasta la proxima
vez que te vuelva a ver. Saludo los Hidalgos.
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